De
pequeña, sentía especial fascinación por
la película “La Maquina del Tiempo”. Mis ojitos brillaban
y se abrían como platos cuando el viajero empujaba la palanca y su
maquina giraba en redondo, y el sol y las nubes daban vueltas como un remolino
mientras partía hacia el futuro. Yo quería una de esas para
ir al futuro. Deseaba ser mayor como mis hermanas para salir de fiesta. Una y
otra vez, abría mis brazitos como alas y empezaba a girar. Cuando
terminaba entraba mis pies diminutos en los tacones de mi madre y ya
era mayor!
Años después, como si de un viaje por el tiempo
se tratara, me encuentro en Madrid, viviendo en el barrio de Malasaña. Lo
más lejos que tenia es que aquí encontraría mi particular maquina
del tiempo. Son unas puertas giratorias de cristal, enmarcadas en
dorado. Arriba un cartel rojo, de esos que se mesen con el viento, dice en
letras blancas: Café Comercial.
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Foto inferior revista Marie Claire |
Entras por la puerta y....
Giras, como si con cada vuelta retrocedieras en los años. Cuando sales al otro lado es como un asalto a tus sentidos, un
fuerte olor a churros invade tu nariz, el murmullo de conversaciones y
el clin clan de vasos y cubiertos se filtra en
tus oídos como música, tu mirada recorre una barra
de mármol negro...
Unos pasos más y estas en el
salón principal. Espejos, madera, vidrieras con vistas a la
Glorieta de Bilbao. La novela "La Colmena", que
está basada en este café, dice que los mármoles de las mesas han sido
antes lápidas y que en algunos un ciego podría leer las letras
pasando las yemas de los dedos por debajo de la mesa.
Olores, sonidos, vistas
atemporales... aquí la imaginación del viajero decide a que
año transportarse. Puedes ir al 1887 a
la inauguración de este café, a las tertulias literarias de
la España de post guerra que lo hicieron famoso, o a este
año 2014, ya que a pesar de ser el café más antiguo de
Madrid, sigue siendo un popular punto de encuentro para gente de todas las
generaciones.
La carta... De toda la vida
Según ellos mismos, tienen la típica carta
de café: sándwiches, tostadas, bollería, café. Pero sin duda el producto
estrella del Café Comercial es el chocolate caliente. Si viajaras al 1909 te sabría igual que hoy ya que siguen
usando la receta de la mujer de Don Eduardo, su primer dueño. Lo elaboran como
en antaño, derritiendo una tableta de chocolate en una olla con leche. Su
textura suave y cremosa es un mimo al paladar, así que no dejes de
pedirlo! No te olvides de acompañarlo con churros. Frescos y crujientes, los
hacen en su cocina todos los días.
El servicio
Hay algo mágico, que evoca nostalgia
cuando entre sorbos de café observas a camareros de
blanco con hombreras rojas yendo de aquí para allá con sus
bandejas plateadas... todo un espectáculo. Pero más allá de
este romanticismo, el servicio en este lugar depende del camarero que
te toque, aunque generalmente son amables. Aquí encontrarás a los camareros de
toda la vida, algunos tienen más de 30 años trabajando en
el Café Comercial.
¿Sabías que?
A pesar de ser la cafetería más antigua de Madrid, este
es un establecimiento pionero en muchos aspectos sobre todo en el ámbito
social: fue uno de los primeros cafés españoles en contratar mujeres y fue la
primera cafetería en Madrid en apuntarse a la iniciativa de los Cafés Pendientes. Se puede jugar al ajedrez en la planta superior sin más que pedir un
tablero y unas piezas al camarero. Tienen teatro, conciertos y
exposiciones de pinturas, y ofrecen clases de ingles, francés y
alemán gratis.
Conclusión: un lugar perfecto para...