Entras por la puerta... y...
Al sentarte, tu cuerpo se desliza sobre un suave sillón de terciopelo rojo, tu acompañante se sienta frente a ti en una cómoda y fresca silla de piel. Mientras lees la carta levantas lentamente la mirada y observas tu reflejo en un espejo que cubre toda la pared. La luz que te envuelve es tenue, rojiza y tímidamente abraza un enorme candelabro que cuelga en el centro del salón... Probablemente esto no es lo que te viene a la mente cuando piensas tomar brunch un sábado a media mañana, ¡pero quizás sea precisamente lo que necesitas!