¿Habéis oído hablar de la generosa iniciativa llamada “cafés pendientes” que arrasa últimamente en las redes sociales? Se trata de una práctica filantrópica sencillita que consiste en ir a un café (que participa en esta operación) y pedir y pagar dos cafés en vez de uno: el primero para ti y el otro para un futuro cliente sin recursos. Así, cuando éste entra en el establecimiento, sólo tiene que preguntar si hay un “café pendiente” y el dueño puede servirle el café pre-pagado por el donante anónimo. En definitiva, un pequeño gesto solidario que permite a los establecimientos la posibilidad de involucrarse con la Responsabilidad Social Corporativa sin demasiadas complicaciones.
La tradición de los cafés «pendientes»
no viene de los países nórdicos ni de Estados Unidos sino de Nápoles
(Italia) donde el "caffè sospeso" (suspendido) fue una
verdadera institución: justo después de la guerra,
muchos Napolitanos, considerando el café como un derecho fundamental, se
encontraron en la imposibilidad de consumir un básico espresso. Entonces,
los que todavía podían disfrutar de este suave capricho cogieron la costumbre
de pagar dos: para ellos y para una persona menos afortunada...